Sobre el hallazgo y su periplo francés
Año 1897. Agosto, 11.15 a.m. Una calurosa mañana de verano en L’Alcudia de Elche. Pese a las altas temperaturas, Manuel Campello Esclapéz sigue con su duro trabajo picando la tierra con movimientos automáticos y monótonos, empujado más por la inercia del gesto que por la función de su tarea. Y con estas, despistado por el sofoco, su pico golpea una piedra contundente enterrada en el suelo.
Año 1897. Agosto, 11.15 a.m. Una calurosa mañana de verano en L’Alcudia de Elche. Pese a las altas temperaturas, Manuel Campello Esclapéz sigue con su duro trabajo picando la tierra con movimientos automáticos y monótonos, empujado más por la inercia del gesto que por la función de su tarea. Y con estas, despistado por el sofoco, su pico golpea una piedra contundente enterrada en el suelo.
Pero, ¡oh, sorpresa! no se trata de una piedra
cualquiera. Un montón de piedras en semicírculo aparecen ante él. Su
colocación hacían deducir que se podía tratar de un enterramiento intencionado.
Lástima que no se excavara con métodos arqueológicos. Con ávida curiosidad,
empieza a retirar la tierra y de repente aparece ante él la hermosa cara de una
figura que le observa impasible como si hubiera estado esperando cientos de
años a que alguien le destapara el manto de tierra que la cubría para
resucitarla. La Dama de Elche volvió para enseñarnos su
Historia.
La figura desenterrada llamó
enseguida la atención de sus compañeros que, acostumbrados a encontrar piezas
arqueológicas de época romana – el terreno formaba parte de la antigua Illici
Augusta Colonia Iulia– ésta era algo especial. No era un simple trozo de
cerámica ni una moneda con una imagen curiosa. ¿Qué era esa cara? ¿Y cómo de
grande? Entre todos se pusieron a excavar para sacar la figura de piedra.
Pero cuando consiguieron sacarla observaron el bello busto de una mujer con fantásticos ornamentos. Al contrario de lo que Manuel esperaba, no se trataba de una pieza de características romanas. Era diferente. ¿Pero de qué época? ¿Quién la hizo?
El descubrimiento causó gran
sensación y pronto la noticia llegó a todos los rincones no solo de España sino
también del país vecino. Y fue desde Francia donde actuaron con avispada
rapidez sospechosos del gran valor del busto. Dos semanas después de su
descubrimiento fue vendida por unos 40.000 francos (20 € más o menos) acabando
en el Louvre de París como gran tesoro. Esta venta, hoy en día, con las leyes actuales hubiera sido
ilegal pero
en aquel entonces, apareció en un terreno privado y, por tanto, el dueño del
terreno tenía todo el derecho de venderla al mejor postor.
Pues en el Louvre pasó los siguientes
44 años hasta que en 1941 después de que los nazis invadieran París y retiraran
la figura del Louvre, el gobierno francés la intercambió con el gobierno
español por unos cuadros del Greco y de Velázquez.
Pero no fue a parar a
Elche sino al Museo del Prado donde permaneció hasta 1971 que pasó a la
colección del Museo
Arqueológico Nacional donde permanece ocupando un lugar
privilegiado, imperturbable hasta el día de hoy pese a la continua insistencia de las
autoridades de Elche por traerla de vuelta a “su ciudad natal”.
¿Quién era la Dama de Elche?
Tras todo este periplo, y desde
entonces, el busto de La Dama
de Elche ha sido objeto de estudio para averiguar su origen, su significado y
su naturaleza, no sin polémica. Debido a la peculiaridad de su descubrimiento,
en una zona agrícola y sin ningún tipo
de información recogida del contexto arqueológico, era realmente
complicado extraer algún tipo de información arqueológica. Por fortuna, La Dama de Elche no es el único
busto de estas características encontrado de la cultura Íbera. La Dama de Baza o la del Cabezo Lucero, con sus diferencias, han
permitido extraer más información sobre el significado y características de
ella.
La cara de la figura, finamente
pulimentada, hacía pensar que se trataba de la réplica de una mujer real, ¿pero
qué mujer? ¿Una sacerdotisa?! ¿¡Una princesa? ¿Una diosa local? Y la cavidad de
la parte trasera, ¿para qué? Las investigaciones sugieren que se trata de un
agujero para introducir ofrendas o incluso para contener las cenizas (quizás de
la propia mujer que representa la figura).
Características
de La Dama de
Elche
La figura es conocida en todos los
rincones del mundo. Sobre todo reconocida por su curioso tocado y sus ropas.
Además, en su época estaba pintada con colores muy vivos de los cuales sólo
queda algún mínimo rastro (en los labios o en la ropa). Su tocado, las joyas y
la ropa que lleva sugieren que se trataba de una mujer importante de alguna
tribu de la cultura íbera del siglo V-IV a.C. De sus características físicas
podemos destacar lo siguiente:
En la imagen se nos muestra la hipotética policromía original y los elementos de la indumentaria más destacables. Imagen: Instituto Nacional de Arqueología. |
·
El
busto hecho en piedra caliza, data de en torno al siglo IV a.C. en plena
cultura ibérica, antes de que diera comienzo la época romana de Hispania. Es
evidente la influencia tanto fenicia como griega pero con peculiaridades
propias de la cultura ibérica.
·
Las
facciones de la cara son finas pero a la vez muy marcadas, con una belleza y
realismo impresionante. Se puede afirmar que la mujer es guapa. Sus penetrantes
ojos dejan un espacio en las pupilas que pudo contener algún tipo de piedras
preciosas incrustadas.
·
La
figura original estaba llena de colores: rojo, azul, rosa o amarillo formaban parte
de la estampa polícroma de la pieza.
·
Sobre
la cabeza tiene un velo y una mantilla que la cubre hasta la espalda y una
especie de diadema sobre la frente. En los laterales de la cabeza, sobre las
sienes, tiene unas trenzas formando un círculo a modo de rueda, que pudieron
estar bañadas en oro.
·
Los
collares, de tres tipos diferentes, son grandes y ostentosos cubriendo casi en
la totalidad el pecho del busto. A esto hay que añadirle los pendientes, del
mismo estilo, que le caen sobre los hombros.
·
En
la parte trasera tiene un orificio con una cavidad que pudo contener ofrendas o
cenizas. Sin embargo, no se han conservado restos ni de una cosa ni de otra en
su interior con lo que esto son meras conjeturas por comparación con sus “primas”.
La ciudad de Elche ha sido
beligerante con la idea de la recuperación de la escultura como uno de sus
bienes más preciados de su patrimonio local, junto con el Misteri y El
Palmeral, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
De momento estas inquietudes no han dado su fruto, teniéndose que resignar a la esporádica visita de
- Blog de interés: http://damaelche.blogspot.com.es/
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